La soledad… ¿amiga o enemiga?

 

A muchas personas  les resulta difícil comprender que alguien desee verdaderamente estar unos días a solas, y ya no hablo de unos días… sino simplemente algunas horas. Obviamente, se llevan “mal” con la SOLEDAD.

He tenido algunos pacientes con este problema. Suelen ser personas que buscan la compañía constante y casi de forma indiscriminada. Y si en algún momento se ven solas en casa se lanzan corriendo a encender la televisión o cualquier artefacto en el que puedan escuchar algún ruido externo.

En una ocasión me encontré con una mujer que hasta era incapaz de salir a caminar sin llevar puestos los auriculares. Y cuando digo incapaz… me refiero a que sufría verdaderamente si no la acompañaba alguien, o si no escuchaba ese “run run” de algo que llegara desde “fuera”.

Otra mujer, incapaz en muchas ocasiones de estar sola en casa, se refugiaba en centros comerciales en los que al menos podía distraerse con la ilusión de que había gente a su alrededor, lo cual la hacía sentir más arropada.

Todo vale con tal de no escuchar el SILENCIO. Y ya no tanto el silencio…, sino lo que detrás de él se adivina… Todo vale para no escuchar las propias voces internas… esas que de tanto acallar durante tanto tiempo se han llegado a convertir en gritos sordos.

Tanto huir de uno mismo puede favorecer el mantenimiento de relaciones co-dependientes. Muy lejanas de aquellas que se establecen por elección, por disfrute, por un deseo de compartir lo que uno tiene para ofrecer. Son relaciones que se establecen por auténtica necesidad y, en ocasiones, hasta por desesperación.

Entiendo que aquella persona que tiende a esta huida no puede comprender que otra se quede consigo misma, incluso que necesite este espacio a menudo. Para ellas el amor es sinónimo de necesidad, por tanto, si no las necesitas… es que no las quieres.

 

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¿Por qué hay personas que disfrutan la soledad?

Buscar momentos de soledad nos conecta con todo aquello que NO somos capaces de escuchar en  unas vidas repletas de bullicio, actividades, obligaciones, gente y más gente… ¡¡a nosotros mismos!!

Encontrar estos momentos nos incita a mirar “hacia dentro”, a dejar de escuchar el ruido externo y comenzar a escuchar nuestras voces internas. Conectar con nuestra parte más profunda, nos ayuda a atender nuestras verdaderas necesidades, conocernos mejor y averiguar lo que realmente queremos y deseamos de la Vida, reajustar paso a paso el camino, rectificar si es necesario y, por supuesto, nos ayuda a recargar las pilas.

Estos momentos en lo que uno se permite “llenase de sí mismo” nos prepara para mantener relaciones mucho más sanas y profundas.

Cuando disfrutamos de la soledad, es como si nos dijéramos a nosotros mismos que estamos a gusto en nuestra compañía, y que ésta es válida por sí misma. Por tanto, los demás van a valorar de igual modo lo que nosotros ya hemos aprendido a apreciar. Y en última instancia… si algunos no la valoran, no sufriremos tanto por ello.

Es imprescindible aprender a tener una buena relación con uno mismo, porque de otro modo es imposible establecer relaciones auténticas. Y es más, cuando eres capaz de disfrutar de ti mismo plenamente, te apetece mucho más compartir con los demás. Lo que tú te das… es lo que puedes ofrecer a los demás, lo que no te das… no existe tampoco para otro, aunque pueda parecer que así es.

 

Y si es tan buena la soledad… ¿por qué yo no la disfruto?

Tengamos en cuenta que vivimos en una sociedad llena de estímulos externos y escaparates por doquier: televisión, redes sociales, whatsapp…, donde podemos entrever las vidas de otros fácil y constantemente.

Tanto bullicio nos hace permanecer enfocados en lo externo sin que ello favorezca en absoluto la introspección. Y tantos “escaparates” de vidas diversas a las que asomarnos, provoca que constantemente andemos comparándonos con las vidas de los demás. El prado del vecino siempre parece más verde, los otros siempre parecen tener una vida más divertida e interesante que la nuestra. Lo que ocurre es que no se suelen hacer públicos los malos momentos que, por supuesto, todos tenemos.

Yo también me he sentido sola en ciertos momentos de mi vida. Han sido épocas de rupturas, duelos y despedidas. A veces, ese vacío que deja lo que se va, puede confundirse con un sentimiento de soledad. Y es que inevitablemente nuestra vida experimenta cambios en los que vemos desaparecer de repente situaciones y/o personas que queríamos. Este momento “intermedio” en el que lo viejo se ha ido y lo nuevo todavía no aparece… está repleto de confusión, angustia y vacío.

Si este es tu caso, ten paciencia. Para el Universo no existe el vacío, por tanto, nuevas oportunidades y nuevas personas llegarán a tu Vida para comenzar una nueva etapa. Ser conscientes de que estamos en uno de estos momentos… nos ayuda a transitarlos con mayor paz y serenidad.

Si te cuesta verdaderamente estar a solas y necesitas gente a tu lado constantemente (incluso buscas desesperadamente una pareja que te ayude a paliar su soledad), piensa que este sentimiento quizá sea una “llamada” de tu Ser para que comiences a estrechar lazos contigo mismo. Quizá es el momento de comenzar a transitar el camino del    auto-conocimiento. Puedes comenzar por leer algún libro que te inspire (al final te recomiendo algunos), asistir a talleres de crecimiento personal o quizás visitar algún terapeuta que te señale los posibles caminos que pueden acercarte a ese conocimiento de ti mismo y a tu paz mental.

También es posible que te encuentres experimentando un momento en el que las relaciones que mantienes no te satisfacen del todo. Quizá no son lo suficientemente profundas o tan íntimas como quisieras. Para cultivar relaciones satisfactorias tendrás que comenzar tú con un primer paso. Interésate sinceramente por los demás, sé detallista, empatiza con las personas que te encuentres. Mostrar interés por los demás les hará también interesarse por ti. Poco a poco y de forma gradual ve abriéndote y expresándote… Existirán personas a las que les importe poco… pero entre todas aquellas con las que lo intentes, estoy segura de que un par se quedarán en tu vida y valorarán la intimidad que las ofreces. Déjate querer y ábrete a RECIBIR. Siempre ha de existir un equilibrio.

Y por último y ya que ha salido a colación la palabra EQUILIBRIO, ten en cuenta que puede existir una línea muy fina entre desear realmente la soledad como un aspecto sano y necesario…, y tratar de evadir algo que existe en tu vida,  y de lo que tratas de huir buscando un refugio. Timidez, miedo a enfrentar determinadas situaciones, complejos, falta de autoestima, apatía, desmotivación, pérdida de rumbo…, pueden llevarte a una soledad “elegida” como una forma de eludir la responsabilidad de enfrentar el verdadero problema.

En definitiva, busca los momentos a solas y busca también el establecimiento de relaciones con tu entorno que llenen tu alma. Aprende a reconocer cuándo quieres compañía y cuándo necesitas de esos momentos para llenarte de ti.

Sin duda alguna, lo único seguro es que  CONTIGO  es con quien pasarás el resto de tu vida. Es hora de comenzar a invertir en esa relación….

Mi abrazo infinito,

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www.dianacalvo.com

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Libros recomendados para comenzar:

  • El poder del ahora – Eckhart Tolle
  • Conversaciones con Dios – Neale Donald Walsch
  • El Alquimista – Paulo Coelho
  • Dios vuelve en una harley – Joan Brady
  • El caballero de la armadura oxidada – Robert Fisher
  • Las 9 revelaciones – James Redfield
  • La princesa que creía en cuentos de hadas – Marcia Grad
  • El monje que vendió su Ferrari – Robin S. Sharma

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